El dinero es un mal transmisor de identidad. Sin embargo, puede reemplazarla, pues el dinero proporciona a quien lo posee al menos una sensación de seguridad y de tranquilidad. Por el contrario, quien ni siquiera tiene un poco de dinero no tiene nada: ni identidad ni seguridad
La entrevista que sirvió como inspiración para escribir este monólogo fue publicada inicialmente en el blog Narco Noticias en 2014. El archivo original ya no existe. Se puede encontrar la entrevista publicada en inglés en el blog Borderlandbeat.com[1]. Allí explican el supuesto origen de la entrevista y publican algunas fotos que pretenden garantizar su veracidad, Broly aparece con el nombre del blog escrito en su brazo.
Broly Banderas, debe su fama a los cientos de seguidores de su cuenta de Facebook, en la que hasta 2015 publicaba fotografías, principalmente selfies. En ellas, se ve armado, encapuchado, contando dinero, adentro o delante de una camioneta, usualmente en zonas rurales y siempre mirando de manera sensual a la cámara. Las declaraciones publicadas en las redes sociales sobre Broly ahora son una secuencia de apropiaciones en las que el verdadero origen ha desaparecido. No tenemos ninguna fuente verídica que confirme la existencia de este hombre, ni la de su muerte que, según videos publicados en Youtube, tuvo lugar en 2015 durante un combate con autodefensas.
Navegando por la red, buscando a Broly por su nombre, es posible encontrar una enorme cantidad de archivos en línea que refieren a su vida. Generalmente, dan cuenta de su existencia la autopublicación constante de diversos rastros que constituyen una identidad fantasmagórica, que no solamente surge de la primera fuente (el hombre que toma selfies y las publica) sino también de las diversas apropiaciones y reediciones del material original publicado por otros, como los falsos perfiles y fan pages en Facebook o los videos en los que se habla de su muerte. En estos suele aparecer una secuencia de fotos y una voz automatizada relata cómo cayó a balazos el sicario más famoso de las redes sociales. De igual manera, estas publicaciones desencadenan una serie de comentarios hechos por gente que no le conoció. Se construye un nuevo tipo de relato ficcional a partir de un conjunto de señales que circulan en las redes sociales, esto es independiente del cuerpo que las generó, de la intimidad compartida del cuerpo retratado en esas imágenes y referenciado en los textos.
El sicario en el mundo de la colombianización representa el eslabón más bajo sobre el que se soporta toda una estructura delincuencial. En los relatos asociados a la violencia propiciada por el narcotráfico aparece como un hombre joven, casi un niño, que toma la decisión de convertirse en asesino a sueldo por razones vinculadas al ascenso social. Lo ve como su única opción en un sistema que le niega alguna posibilidad de futuro. Al asumir la actividad criminal como fuente de ingresos, el cuerpo del sicario asume la labor de matar y sus ficciones, que inoculan una masculinidad altamente representada, suele ser actuada e interpretada por estrellas de Hollywood. Su figura está instalada en la cultura por medio de la repetición de un patrón tomado de las películas de acción, comportamientos de pandillas barriales y heredada de un criminal a otro como parte de un proceso de formación militar:
En los últimos veinte años se consolidó en Colombia una cultura que puede ser denominada como traqueta, un término procedente del lenguaje que utilizan los sicarios del narcotráfico y del paramilitarismo en Medellín, el cual hace referencia al sonido característico de una ametralladora cuando es disparada (tra tra tra). Traqueto (Sic) era originalmente el miembro del escalón inferior en la pirámide delincuencial del bajo mundo paisa[2] que corresponde al matón a sueldo, al sicario que dispara a mansalva y a sangre fría a quien se le ordene, a cambio de una suma de dinero.
Existe una cultura del sicariato narrada en diversas versiones de la literatura y el cine. En cuanto a la novela están: No nacimos pa’semilla (1990) de Alonso Salazar, Rosario Tijeras (1999) de Jorge Franco, La virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo. En el cine: Rodrigo D. no Futuro (1989) de Victor Gaviría. En la película, el sicariato surge como una solución económica a problemas relacionados con la desigualdad social y la herencia de las violencias que desplazaron al campesinado hacia las ciudades. Asimismo, se relaciona con la posibilidad de ascender económicamente por medio del uso de la violencia para entrar en el mundo del consumo de objetos. Poco a poco, quien decide exponerse a la muerte entrando como mano de obra barata y desechable en la industria del asesinato, va adquiriendo objetos que le permiten llegar a sentirse parte del mundo capitalista de la imagen:
Puesto que no conocen más que el fracaso escolar y la precariedad, los jóvenes de barrios problemáticos, se despreocupan del trabajo, tienden a justificar la pequeña delincuencia, el robo y los apaños como recursos fáciles para obtener dinero y participar en los modos de vida dominantes con que los bombardean los medios. ¿Por qué alienar su vida y su libertad con un trabajo que les reporta tan poco? Despreciando la condición obrera y la cultura laboral, rechazando la política y el sindicalismo, los jóvenes marginados, construyen su identidad alrededor del consumo y de la “pasta”, de la pinta y el trapicheo.
Un mundo en el que no importa qué haya que hacer para conseguir dinero, estos jóvenes ofrecen sus servicios a sabiendas de que su vida no durará mucho, pero respondiendo a la idea profunda de que no vale la pena repetir la historia de esclavitud de sus padres. Por lo tanto, para estos jóvenes suicidas su propia vida vale muy poco, son el cuerpo que ha perdido el miedo y el respeto por la muerte; son trabajadores desechables que ejercen su labor de exterminadores sin hacerse muchas preguntas, pues sus infantiles mentes (alimentadas por la televisión, la violencia directa que les rodea y el resentimiento de nacer en el seno de toda exclusión) solo les permite ver lo inmediato; son conscientes de que sus vidas “terminarán con la misma rapidez con que vuelan las balas que se disparan” (Salazar, 1990). Berardi analiza esta condición de la búsqueda de heroísmo en los jóvenes al revisar varios casos de asesinos seriales adolescentes. En su análisis encuentra un punto en común: el deseo de ser liquidados por la policía después de cometer un crimen, el término suicide by cop se refiere a esta manera de buscar la muerte, cuando la vida ha perdido todo sentido y se desea morir acribillado. Para el sicario, esto también es una opción, pero ellos son conscientes de que pueden sobrevivir a la muerte después de cometer un asesinato, lo que provoca un sentimiento de superioridad. Descubren el poder que tienen al decidir sobre la vida de otro ser humano.
Los jóvenes de la escuela sicarial también han recibido lecciones de combate mirando los productos de la televisión norteamericana. En muchos casos, estas narraciones fueron usadas como parte del entrenamiento de algunos grupos de sicarios en la Medellín de los 80, como lo afirma uno de los jóvenes entrevistados por Alonso Salazar (1990):
Otro aspecto relevante de la entrevista a Broly tiene que ver con el ámbito de lo sexual. Según su relato, haberse convertido en sicario, aumentó su capacidad para atraer a las mujeres; pasó de ser un chico tímido que no sabía cómo expresarse a ser un hombre al que buscan para tener sexo. Este es un elemento que destaca en otras caracterizaciones sobre la personalidad de los sicarios, como lo enfatiza Pascual Serrano (1996) en su artículo Sicarios de Medellín:
Una parte de este imaginario se refuerza en lo mediático con la construcción de estereotipos sobre lo hípermasculino en los personajes de las películas de acción. Según un estudio realizado por Megan Vokey, Bruce Tetf y Chris Tysiaczny, el cine de acción se centra en un personaje masculino involucrado en situaciones que le exigen demostrar su capacidad para infringir violencia en un entorno de hombres. Generalmente, tiene batirse a muerte con ellos y está rodeado de personajes femeninos victimizados, dependientes la fuerza masculina o seducidos por ella. Vokey, Teft y Tysiaczny (2013) enumeran 4 características del cine de acción:
Desde este imaginario sustentado en lo cinematográfico es posible concluir que el crimen como ocupación laboral, además de ofrecer un sustento económico, constituye una manera de reforzar un tipo de masculinidad con características similares a la del héroe de las películas de acción:
La violencia como una característica de lo varonil y la dureza que le permite asesinar a personas que no conoce sin sentir remordimiento permean al niño sicario, quien se convierte en un ser macabro. Reconoce que la muerte le llegará temprano y que desprecia tanto el valor de su propia vida como para no sentir aprecio por la vida ajena. Esto le da el aval para asesinar a desconocidos a cambio de una cantidad de dinero. El sicario es la base, es el que dispara, el que está dispuesto a asesinar y a ser asesinado.
En los relatos mediáticos relacionados con esta población escasean ejemplos de jóvenes deseosos por transformar la realidad de su comunidad, quienes también abundan en esos barrios y muchas veces mueren bajo las balas de los sicarios.
[1] http://www.borderlandbeat.com/2014/01/an-interview-with-broly-banderas.html.
[2] Gentilicio coloquial y nacional que designa a nativos del departamento de Antioquia.
Berardi, F. (2016). Héroes: asesinato masivo y suicidio. Ediciones Akal.
Lipovetsky, G. (2007). La Felicidad Paradójica. Barcelona: Anagrama.
Salazar, A. (1990). No nacimos pa’semilla. Bogotá: Cinep.
Valencia, Sayak. (2010). Capitalismo Gore.Barcelona: Melusina.
Vega Cantor, R. (2014). La formación de una Cultura Traqueta en Colombia. Recuperado de http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180935
Vokey, M., Teft, B. y Tysiaczny, Ch. (mayo 2013). An Analysis of Hyper-Masculinity in Magazine Advertisements‖. Sex Roles, 68, 9-10. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/257663883_An_Analysis_of_Hyper-Masculinity_in_Magazine_Advertisements